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La crisis del punto rojo

Crítica de arte

Alberto Pizarro - Crítico de arte - Diario La Rioja

Alberto Pizarro

«No se vende arte». Este es el desgarrador ritornelo de artistas y galeristas. No es el momento de volver sobre las causas de tal situación; sí de encomiar la iniciativa del Centro Fundación Caja Rioja-Bankia Gran Vía de abrir sus puertas, hasta el 28 de diciembre, a artistas riojanos para que pongan a la venta obras de formato pequeño a precios asequibles. Cinco stands, cada uno ocupado por un artista, ofreciendo más de 100 obras (pintura, dibujo, fotografía y escultura). Toda vez que se vende poco arte (de ahí lo del punto rojo) quizá ésta sea la oportunidad que permita al público adquirir los objetos más selectos que, a mi juicio, obsequiarse puedan. Si se me permite descender a la confidencia, el mejor regalo navideño que tuve durante los últimos años de vida del maestro García Campos fueron los apuntes que me enviaba; y eso que, como médico, recibía una amplia variedad de regalos.

Ahora que nos invade la ‘ikeadecoración’, que se propende a adornar las paredes de casa con obras pretendidamente minimalistas, salidas de la mano de la mañosa o del ‘bricoleur’ de la familia, podemos, por no mucho dinero, colgar obras que despiertan sentimientos, emociones y mueven a reflexión…Y, sobre todo, evitan entronizar la horterada.

El arte es una inversión no siempre cara, sin el carácter efímero de otros regalos, y supone que el obsequiador nos tiene por personas sensibles. Es regalo que está en los antípodas del vino, la colonia o la ropa que puede descambiarse. Recibir arte hace que nos sintamos valorados, moviéndonos a una gratitud especial hacia quien nos tiene en esa estima y de tan delicada manera quiere transmitírnosla. La elegancia social del regalo alcanza su más alta expresión cuando se trata de una obra de arte. Y ésta hará mucho más que decorar y deleitarnos: nos recordará al regalador, para quien fuimos persona bienquista; lo cual, sin duda, contribuirá a hacernos felices.

Además, esta feria es ocasión pintiparada para relacionarse con personas que abrazan la ‘religión’ del arte y contactar con los artistas, cuyo trato nos enriquecerá. Con Pako Campo, uno de nuestros pintores más internacionales y galardonados (USA, Italia), que casi siempre ‘ritorna vincitor’ a Cenicero. Con Raquel Marín, una de las ilustradoras más importantes de nuestro país, dotada de extraordinarias inventiva y sensibilidad. Con Javier Garrido, artista de larga trayectoria, profesor, galerista y conferenciante. Con Óscar Cenzano, escultor vanguardista consolidado, capaz de transformar materiales toscos en objetos que apetece olfatear y sobajear, de convertirlos en seductores y hasta cuasi carnales. Y con Vicente Peiró, fotógrafo siempre en pos captar rostros, donde radica la riqueza emocional de las gentes.

Tener arte en casa no sólo sirve para darse gusto y elevarse espiritualmente, también para neutralizar el ‘farde’ de esos invitados que nos visitan luciendo un brillantazo o un peluco, mientras que en el salón de la suya tienen deleznables reproducciones… Como dijo Rafael ‘el Gallo’ cuando le presentaron a Ortega y Gasset como filósofo: «Hay gente pa to».

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